Esta oración, que se ha rezado tradicionalmente a posteriori de la Culto hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, es un llamado para que Santo Miguel proteja y guíe a los creyentes en su lucha diaria contra el pecado y las tentaciones.Con tu espada flamígera, corta los lazos que nos atan a la oscuridad y aleja de nuestro camino toda